sábado, 6 de septiembre de 2014

Conquistador

Autor: Nirvana



El redoble de la marcha, los tambores resonaban, los grandes estandartes azules ondeaban con el viento, el nuevo sacrificio caminaba entre guardias, las trompetas con ese ensordecedor sonido, el grisáceo dolor en sus ojos brillantes, su pálida piel, esa cabellera negra, y sus manos encadenadas, no podía hacer nada, sus alas lastimadas se encontraban.
Más allá del mundo existe un lugar, donde los ángeles residen, donde las nubes se tornan en una tonalidad dorada, más arriba de donde existe la vida alguien nos observa, ellos están ahí, cuidando, acechando, preparándose, grandes palacios cubiertos de oro y piedras preciosas, llenas de lujo y perfección, donde las reglas se rigen por alguien que no cae en el pecado; El Todopoderoso.
Había pecado entre ellos, el podía verlo desde su trono de oro, aquel que parecía dar algo de esperanza, ahí se mantenía observando, su cabello castaño largo y un poco ondulado, sus ojos azules cargados de furia y poder, ese imponente porte, con cada paso todos se ponían de rodillas, su nombre era Jared, pero nadie se atrevía a llamarlo asi, sabían que con solo causar su ira morirían.
Rhein era uno de aquellos que habían logrado hacer que su ira creciera, el cabello un poco corto y ondulado adorna su rostro, el mechón azul que conforma su clan, sus ojos grises se ven vidriosos y enrojecidos, el dolor que carga, el pobre ángel a marchas forzadas avanza, al frente viene Jared, vestido en prendas largas de hilos dorados, aún sigue ese ensordecedor sonido, el chico intenta tapar sus oídos, no puede, el calor arde y hace sudar a muchos de los presentes, ese desierto es inmenso, hasta llegar al " Borde", el límite del mundo ángel, la caída eterna hasta las profundidades del abismo, el chico aterrado intenta alejarse de ahí, no puede, es detenido por los dos seguidores de Jared, ellos lo toman de los brazos, lo acomodan ahí, y de un golpe es arrojado del borde.
El ángel intentaba soltar sus cadenas, veía en lo alto esa mirada burlona que su líder tenia, Rhein tenía miedo, por más que intentaba las cadenas no cedían, sus alas estaban cerradas, giro su cuerpo para poder volar pero nada funcionaba, sentía demasiada desesperación, todo eso era un tormento interminable, giro su cuerpo para soltar las cadenas en sus alas, podía ver cada vez más cerca el suelo, sus ojos grises tenían miedo, girando en el cielo se veía desde los suelos, la rojiza arena lo golpeo en el rostro al caer, el dolor era inmenso, Rhein intento levantarse, sus piernas dolían tanto, sus brazos se encontraban demasiado lastimados y sus alas habían salido heridas por el golpe. Los gritos de desesperación eran inmensos, la cadena se rompió con el golpe, pero de nada serbia no podía caminar, intento arrastrarse por los suelos, usaba de impulso sus brazos, gritaba aterrado, solo había silencio, era un mundo completamente diferente al que tenía, aquí todo era más que arena rojiza, gritaba buscando ayuda, no podía más, se dejó caer sobre el suelo, las lágrimas de sus ojos grises salian, destrozaba su alma entre lamentos, sus uñas rasguñaban la arena, ya no sentía sus piernas, estaba en un momento donde toda esperanza y fe se habían esfumado, la vida podría ser más que solo arrepentimiento y confusión.
¿A dónde se dirige un ángel al morir?
Las lágrimas se amotinaban contra los ojos de Rhein, gritaba desgarrando su alma recostado sobre esa caliente arena, sus alas rotas se encontraban, sus piernas no podía sentirlas y sus brazos eran lo único que en esos momentos podía usar, esperaba su hora para morir, escucho ruidos, encontró lo que se convertiría en su salvación, estandartes rojos con una cruz negra en ellos, una chica corrió hasta donde él se encontraba, sus ojos carmesí lo miraban, la fe había vuelto, se sentía aliviado, lo subieron a una camilla improvisada, el chico agradecía a lo que fuere que puso a ese grupo en su paso, quería llorar de felicidad, estaba a salvo, viviría mas, no podía perder algo más que eso, cuando más solo se encontraba había sido rescatado por alguien que podría considerarse un verdadero ángel, casi sin poder moverse la veía caminar a su lado, cabellera negra corta, su piel de un tono blanquecino, sus ojos y sus labios eran una mezcla perfecta de carmesí puro.
En un momento todo quedo oscuro, ya no podía con ese dolor, había perdido las nociones en todos sus sentidos menos uno; el oído.
Podía escuchar los pasos, los cellos, ese coro angelical que resonaba, empezaba a ver una luz en el techo, todo daba vueltas, sentía su cabeza explotar, sintió un horrible dolor, sus alas colgadas en la pared como un bizarro trofeo, la sangre corría por el suelo, su cuerpo empezaba a colapsar, veía a la chica que lo había salvado llorar desesperada, la chica ponía sus manos sobre sus heridas intentando regenerarlo, pero nada serbia, la música seguía su curso, había cierta obsesión en esas notas, no podía hacer nada. La chica tomo una jeringa la enterró en su corazón, el dolor le quemaba, saco sangre era de negra y algo viscosa, Rhein observaba aterrado, la chica tomo la misma jeringa y la enterró en el corazón del chico, el grito resonó cortando toda la música, sentía como todo podía estabilizarse en él, excepto una cosa, su brazo, eso aún no podían arreglarlo, todo volvía a ponerse negro para el chico, seguía escuchando esa caótica y traumante música, quería taparse los oídos pero no sentía uno de sus brazos, escuchaba cada vez más pasos.
Lo tomaron de las piernas y lo amarraron con correas, él no sabía que pasaba, intentaba soltarse.
- Khanto dame avances.- Se escuchó una voz de mujer algo potente
- Mi señora, es nuestro elegido, fue arrojado no se hace cuánto tiempo, pero no hemos podido estabilizarlo, su brazo izquierdo empieza a presentar gangrena, la piel esta cayéndose literalmente, necesito usar mucha fuerza para arrastrarse moribundo hasta donde nos encontrábamos, solo existe una opción si queremos que sobreviva.- Respondió la chica que había salvado a Rhein
- Pues hazlo.- Grito la mujer de nuevo
El sonido de sus tacones se alejaba y la puerta fue azotada con fuerza.
Rhein intentaba recuperar la conciencia, cuando escucho una sierra eléctrica encender, eso causo mas tensión, lo tomaron de las piernas y del torso, fue cuando el ardor creció, la sangre corría mientras todo el caos quemaba, Rhein luchaba por salvarse, pero nada logro, la sangre cayo, sentía como todo se desvanecía, no podía más, quería destrozarse a sí mismo, gritaba desgarrando cada parte de su garganta, su piel ardía fue cuando volvió a sentir su brazo, la luz volvía a sus ojos, ese aroma a canela con manzana inundaba el lugar, su voz se había perdido con tantos gritos de dolor.
Se pudo sentar con un poco de molestias, ella se encontraba cubierta de sangre, había lágrimas en su rostro, Rhein levanto su brazo, del codo hacia abajo era metálico, abría y cerraba el puño, para el chico serbia como un brazo, se sentía agradecido con esa chica que había salvado su vida con sangre y sacrificio.
Él se levantó y el abrazo con fuerza, vio sus enormes ojos carmesí, su piel suave, esos labios brillantes, su cabellera negra, enredo su cabello entre sus dedos intentando hacerla levantar el rostro, sus labios quedaron entre abiertos, quería besarla, ella lo alejo con un pequeño movimiento.
- Creo que te amo, me has salvado.- Le dijo el
- El amor es algo más confuso que solo haber salvado tu vida, es un juego demasiado peligroso, los corazones solo son para romperse y causar dolor, niégamelo encontrare la forma de destrozarte aún más de lo que ya estas, acéptalo y causaras tanto dolor como tú quieras.- Le responde ella con un frio tono de voz
- Salvaste mi vida.- Dice el tomándola del cuello
- Solo sigo ordenes.- Ella lo arrojo lejos
Rhein desesperado salió de ahí, golpeaba todo a su paso, estaba en un gran pasillo lleno de puertas, había una barroca decoración en tonalidades color rojo cobrizo y negro, el silencio resonaba, caminaba ahí sin saber a dónde llegaría, estaba solo y sin guía.
Un guardia se acercó a él, vestía un uniforme negro con las mangas rojas, no dijo ninguna palabra, solo le entrego un pequeño sobre blanco, el chico lo abrió y en el venia un mapa, caminaba por todo
ese lugar intentando llegar a su destino, admiraba el arte que llenaba las paredes tantos ángeles caídos en esos cuadros y un dolor compartido.
A unos cuantos pasos de su destino encontró una puerta con un letrero, se acercó a leer algo curioso, encontró su nombre escrito ahí, abrió la puerta era una habitación enorme, una cama en el centro toda de madera negra, tenía la apariencia de una litera, pero sin lo de arriba, el chico sonrió con su tonta comparación, la combinación negro-rojo seguía ahí, unas cortinas que tapaban la luz, pequeñas lámparas junto a la cama, era tanto lujo en un lugar olvidado de los cielos, sintió paz, se recostó en la cama extendió sus brazos, era raro no tener alas, pero aun asi se sentía perfectamente bien, una sonrisa leve se dibujó en su rostro, cerró los ojos, quería dejarse llevar por todo y olvidar todo, esfumarse de la vida sin sentir ni un solo remordimiento, tan solo convertirse en vapor y lograr escapar de tantas cosas.
Escucha pasos abre los ojos, se sienta en la cama, siente lo mullida que es, de pronto se da cuenta de lo que tiene frente a él, unas piernas largas y preciosas, mientras más levanta la mirada más pierde control de sus pensamientos, un pequeño vestido de encaje, un liguero, un delgado cuerpo con unas marcadas curvas, sentía como el placer lo recorría solo de observarla, entre sus manos enredaba las sabanas de seda, quería tomarla en sus brazos, mientras seguía observando la chica se acercaba, sus labios tenían un tono rojo infierno, su piel blanca, ojos de un tono azul zafiro tan perfecto como los mismos ángeles, ella se sentó sobre sus piernas, Rhein se mantenía al margen, no sabía qué hacer, la chica lo tomo del cabello con fuerza, lo acerco, sus labios rozaban los de Rhein, sentía una ansiedad, quería comerla por completo, sintió como su alma escapaba en un soplo de vida, podía ver como las luces parpadeaban a un ritmo suave volviendo todo más tenue, el sabor de esos labios sabia a pecado mezclado con lujuria, la chica lo tomo de la mano haciéndolo ponerse de pie, ella misma se abrazó en los brazos de Rhein, movía sus caderas en una sinfonía inexistente, una que solo los dos escuchaban, giro teniéndolo de frente a frente, rozo con el dorso de su mano su rostro besando con suavidad extrayendo cada parte de bondad de su alma, absorbió cada parte de ese preciado humo azul que salía de la boca del chico, lo recostó en la cama y las puertas completamente se cerraron sin dejar escuchar ese sonido que inundaba con gemidos y placer cada parte de ese palacio.
Rhein permanecía en su cama con una mirada de lujuria y perdición, la chica se levantó dejando ver su semidesnudo cuerpo, observaba cada paso que ella daba, puso una bata alrededor de su cuerpo, él se mordió el labio, las puertas se abrieron dejando entrar a Khanto completamente golpeada, encadenada, la pobre chica cayo de rodillas mientras los guardias cerraban las puertas.
- Amor mío, te he traído un regalo.- Comento la chica misteriosa
Rhein se puso de pie enredado en la sabana, en sus manos había una espada, vio a los ojos a esa chica que le había salvado momentos atrás, levanto la espada en el aire cortando su cabeza dejándola rodar por la negra alfombra, su cuerpo cayo al instante, la chica beso el lóbulo de Rhein.
- Estoy orgullosa de ti mi conquistador.- Susurro
El amor era morir a manos de la persona que alguna vez salvo, la Lujuria había tomado a Rhein en sus manos, todo en silencio quedo en su Fe y sus Sueños la muerte llegaba y ahora ni un alma queda en él.
Ataviado en ropas negras con rojo se dirigió a donde toda una audiencia esperaba, con su paso se ponían de rodillas, experimento la gloria a poco tiempo de experimentar el destierro, abrió los brazos todos se regocijaban, sus copas levantaban al verlo, la mujer que había estado con el tomo un listón y le vendo los ojos, unos hombres lo tomaron de los hombros haciendo que se arrodillara, sintió como algo entraba en su espalda, el frio metal haciendo contacto, el ardiente dolor, el listón se deslizo y fue cuando grandes espejos se revelaron frente a él, volvió a abrir sus alas, negras con las puntas rojas, todos estaban de rodillas ante él, sonrió feliz y por fin glorioso.
Había una copa dorada adornada con piedras preciosas, frente a él, fue llenada con un vino negro, el observaba todo como si estuviese ido, esa mujer seguía a su lado, su mano rozaba la pierna de Rhein debajo de la mesa principal mientras se mordía el labio para intentar seducirlo aún más.
Veía la copa rebosante, dio un trago, perdió su inocencia.
- Morí por miles de pecados, le hice el amor a miles de ángeles, mataría por mi propio placer, todo se perdió ese momento en que me arrojaron yo se los prometo todos cayera, hare lo que quieras para que siempre seas feliz, incluso si eso toma mi vida.- Dijo mientras toma su copa en su mano todo en un tono demasiado sombrío
- Yo sé que puedes hacer.- Ella susurro en sus labios
Una sonrisa se escapó de los labios de la chica, él se mordió el labio.
- Venganza.- Salió de nuevo de esa boca
Los ojos de Rhein perdían la visión, no podía con eso, se sentía demasiado pesado, era como si algo hubiese cambiado en su mente, ya no era el mismo, cerró los ojos y perdió el completo control.
- Venganza será.- Dijo fríamente Rhein
Las grandes puertas se abrieron, la mirada del chico era maligna, su iris tornaba de un color negro, su sonrisa crecía cada vez más, había una chispa de insanidad en todo eso, su cabello se tornó de un color blanco en segundos, cientos de ángeles frente suyo estaban, listos para la batalla, levanto los brazos, los gritos se escucharon enseguida, en el ambiente se podía sentir esa sensación, algo ardía en ese momento, tensión que existía y quemaba demasiado, Rhein se sentía a medio sofocar, algo nunca antes sentido, su ejército se partió en dos para dejarlo pasar, detrás de sus pasos todos salieron.
Jared sostenía una pequeña cajita musical en sus manos, la suave sinfonía de notas lo tenía separado del mundo, en su mirada había perdición, no tenía ni idea de nada, su hermano se acercó suavemente, vestía un pantalón negro y una camisa sin mangas del mismo color.
- ¿Lo extrañas? – Pregunto
- No sé en qué momento me perdí, siento como si mi alma se esfumara lentamente, no entiendo nada Shannon - Responde Jared
- Es tu hijo debes sentir algo – Intenta Decir Shannon
Pero su hermano lo ignora por completo
El trono esta frente a una gran puerta, Jared se mantiene ahí observando el vacío, su hermano intenta hacerle entrar en razón, gritos empiezan a resonar en ese lugar, ángeles caen destrozando el techo del palacio real, alguien entra corriendo por la gran puerta.
- Mi señor, ella volvió – Dice aterrado uno de los guaridas
- ¿“Ella”? , se supone que “ella” no puede entrar aquí a menos que tenga sangre celestial, a no ser que tenga a uno de nosotros – Responde Shannon
- Rhein viene con ella, puedo sentirlo - Hace saber Jared
Llega otro guardia, se acerca rápidamente, su expresión refleja terror.
- Escóndete Jared, es ella quien viene por ti, viene por su venganza.- Dice alterado
- Ya voy Tomo, tú y Shannon protegerán mi cuarto, los demás deberán defender el palacio.- Ordena Jared antes de huir de ahí
La histeria crece con los gritos, todos los ángeles que aún están de pie y con vida se mantienen en una ofensiva, ordenados para evitar la intrusión, desde los más fuertes hasta la habitación real, la única que vale la pena proteger, sus vidas a punto de dar, en peligro están, existe esa tensión en el ambiente, mucho no saben ni siquiera la razón de todo eso, cientos de jóvenes, adultos, todos deben proteger lo único que importa; su Rey.
Más allá de donde los ángeles residen, hubo un ángel, que era la perfección pura, cayo por su arrogancia y pasión, los cielos veían llorar aquel ser que había quedado completamente destruido tanto físicamente como emocionalmente, sus piernas rotas y brazos lastimados, fue cuando encontró un nuevo mundo uno que ella podría gobernar solo con decir una palabra, todos se habían inclinado ante ella, desde su desolación hasta su grandeza ella había decidido cambiar todo, vengar su dolor y el de los demás caídos como ella, el fuego ardía en sus venas, su cabello negro cambio a rojo en cuestión de segundos, se quitó la gran chaqueta que cargaba dejando ver sus alas rotas, de su espalda baja salió una pequeña y delgada cola que terminaba en punta, ante su arrogancia la mirada azul en sus ojos, todos sus esclavos habían logrado eliminar a los guardias, a su lado venia Rhein, su “mascota” personal, las puertas se abrían dejando entrar a Lucifer.
Cualquier ángel que la vio entrar se aterrorizo, era el monstro del que los padres contaban antes de dormir y estaba frente a ellos.
Muchos preferían una rendición rápida, pero no ella, para tanto odio debía haber algo más; sangre, un gran derramamiento de sangre sin piedad ni misericordia como alguna vez alguien la lastimo.
Las grandes alas de Lucifer se abrieron, dejando a todos completamente aterrados, eran negras, en pedazos estaban rotas, en otros se veían lastimadas, todos corrieron al grito de guerra, la piedad era algo que ellos no tendrían, Rhein movía su espada de lado a lado destrozando todo, los demás demonios habían aprendido solo una cosa para complacer a su dueña, el fuego ardera tan alto como la derrota del enemigo, el suave color carmesí del fuego era lo más excitante que podría ver, no tanto como vengarse de la única persona que odiaba más que nada.
Sus tacones y su paso de modelo esa chica era el infierno andante, Rhein destrozaba a cualquiera que se acerca a ella, la sangre manchaba las blancas paredes, las alas ardían en fuego, los gritos resonaban por todos lados, una escena algo perturbadora, aquellos que pedían piedad morían de la peor manera; bajo el yugo de una espada.
Ella desapareció dejando solo un rastro de humo negro, de nuevo regreso al mismo lugar, pero tenía una manzana en su mano, mordió con gusto, Rhein observaba embelesado.
- Es tu hora mi conquistador – Dijo ella sonriéndole provocativamente
Se acercó al chico besando el lóbulo de su oreja, dejando ver su lengua bífida, el chico se sintió raro de no haberla notado.
Bajo el grito de guerra de “Nos alzaremos de nuevo” habían caído los ángeles, sin piedad ni indulgencia, en esos momentos todo era sangre corriendo por los pasillos, el trataba de protegerla de un peligro inexistente, ella quería su venganza a cualquier modo.
Tomo & Shannon se mantenían sin saber nada de los demás, tenían esa rara sensación de peligro, los dos se mantenían de espaldas esperando cualquier intruso que bajara alguna de las dos escaleras de caracol a los lados de la gran habitación, una espada entro en la garganta de Shannon dejándolo sin vida.
Jared escucho un grito, la gran puerta se abrió, ahí estaba “ella” viéndose mejor que nunca.
- ¿Acaso no me recuerdas amor mío?- Pregunto ella en un sarcástico tono
El sonrió, fue cuando vio a su hermano en el suelo sangrando, corrió y tomo una espada, la intento acercar a la chica, pero en el momento que se acercó ya tenía a Rhein enterrando su espada en la espalda de Jared.
Lucifer se mantenía en la cama sentada limando sus uñas, la espada salió dejando la sangre brotar por la herida, Jared cayó al suelo, intento cubrir su herida con la mano, escupió y la alfombra blanca había quedado manchada de sangre.
Ella se puso de pie mientras observaba su premio.
- Sabes es lindo ver lo que puedes lograr con solo un beso, hijo contra padre, pero todo esto es tu culpa, no debiste de haberme arrojado en primer lugar, tu sabes yo era la más hermosa en esa época y no me preferiste a mi.-
Tomo su rostro y le hizo levantar la mirada
- La preferiste a ella, a esa zorra.- Grito ella enterrando su tacón en la herida de su espalda
El grito desgarrando su garganta, ella lo miro con cierta furia
- Dile a tu pequeño esclavo, cuéntale lo que hiciste a su madre – Grito Jared
Rhein no sabía que decir, se mantenía con su espada en manos, volvió a enterrarla esta vez fue cerca del corazón, su padre escupió tanta sangre que todo quedo en un escarlata caos.
- Sí, yo mate a Hanto, asi mismo como lo hare con tu hijo.- Dijo ella con gusto
Rhein no podía moverse, sintió como sus alas se abrían, sus pies se separaron escasos centímetros del suelo, ella levanto su mano izquierda, alguien entro a ver el espectáculo, Rhein escupió sobre su rostro al verlo, Lucifer se molestó empezó a cerrar su puño para lograr que sus alas lo aprisionaran y pintaran de rojo las paredes.
- Mi dueña, esto ha sido glorioso – Dijo una voz detrás de ella
Volteo y vio a Tomo sonriendo.
- ¿Qué paso con el hermano? – Pregunto
- Muerto – Responde el
- ¿ Fuiste tú o algún demonio? – Vuelve a preguntar
- Yo mismo enterré mi espada y deje caer su cabeza.- Responde Tomo
Ella se acerca lentamente, besa con suavidad sus labios, este queda inmóvil, su cuerpo cae al suelo rápidamente, la mujer se limpia de los labios sangre.
- No necesito ningún ángel a mi lado.- Dijo escupiendo un pedazo de lengua
Las grandes puertas se abren dejando ver tanta luz que ella debe tapar sus ojos, ve su imperio, sus demonios alzándose como alguna vez quiso, el grito de guerra resuena, ella grita emocionada, levanta sus manos.
- Esta es nuestra guerra, la que ganamos.- Grita sonriente
Las lágrimas corren por sus ojos, tanta emoción, tanta felicidad, el fuego crece y todo arde en llamas, ve su ejército, levanta los brazos ente el grito glorioso de su armada, el tono rojizo que pinta el anochecer.
- Digan su plegaria ahora.- Dice sonriendo.

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