sábado, 6 de septiembre de 2014

Sueño o realidad

Autor: Sleeper Echelon Attack



Miraba vagamente la ventana empañada de mi habitación, sólo quería una cosa… salir de mi pequeño agujero de hobbit, caminar bajo la lluvia y pensar con claridad lo que había hecho hace menos de treinta minutos.
Sacudo la cabeza y me acerco a mi ropero, el cual, se encontraba a la derecha de mi vista… ¿les he hablado de mi cuarto?, ¿no? Lo haré… mi habitación mide cerca dos metros de ancho por cuatro de largo… un perfecto agujero de hobbit, las paredes son grises como lo es mi alma; mi cama es individual y está cubierta por sábanas blancas con manchas rojas de mi propia sangre, la puerta de mi habitación es color negro y con un pequeño diseño de pintura blanca mía en la parte superior de ella. Enfrente de mi cama, hay un escritorio de madera y, aun lado de él, hay un buro blanco, donde en el primer cajón guardo todos los filos que se pueden imaginar para una pequeña sesión de castigo o de relajación, para mí.
Dejo de darle vueltas al asunto y salgo de mi habitación, mis padres no se encuentran en casa, así que puedo hacer de mi vida lo que se me venga en gana. Salgo de casa y comienzo a caminar sin rumbo fijo en las calles de la colonia.
Observo el cielo y me doy cuenta de que está nublado y unas cuantas gotas de lluvia comienzan a caer sobre mi pálido rostro. Ignoro todo esto completamente y me concentro en mis pensamientos. Hace poco estuve en el hospital por haberme cortado las venas de mis muñecas, desde que tengo memoria, no le he encontrado ningún sentido a mi vida.
Observo las recientes cicatrices y comienzo a autoanalizarme: ¿en verdad continuare con esto?, ¿hasta dónde pararé?, ¿la muerte es realmente la única salida? Las calles están desiertas y eso me alegra, necesito pensar y tomar una clara y precisa decisión.
De pronto, escucho el chirrido de un auto deteniéndose de golpe. Volteo a mirar dicho auto y observo que es un jaguar negro con ventanas polarizadas. El conductor baja la ventana del copiloto.
-¿Necesitas que te lleven a casa? Puedes pescar una fuerte gripe- me dijo una voz.
Agacho el cuerpo para ver de quién pertenecía esa voz. Al ver su rostro me quedo perpleja.
-¿Pasa algo?- pregunta.
-Nada- respondo casi en una voz algo quebrada.
-Anda, sube-
Por unos momentos dudo en subirme a su jaguar y, sin darme cuenta, estoy empapada de agua. Pensar demasiado ha hecho que ignore el gran aguacero que está cayendo. Sacudo la cabeza y abro la puerta.
-Estás completamente empapada- dice la voz.
Volteo a mirar a esa persona y caigo en la cuenta de que en algún lugar ya lo había visto… sus grandes ojos azul zafiro, esa melena tan rebelde y su piel tan pálida como la mía… de alguna parte he visto a este hombre.
-¿Por qué estabas caminando en estas condiciones de clima, sola?- pregunta mientras comienza a pisar lentamente el acelerador.
-Necesitaba pensar…- le contesto casi en un susurro.
-¿En qué pensabas?-
-En lo triste que es la vida-
El hombre de ojos azul zafiro detiene el jaguar en una esquina, casi a quinientos metros antes de llegar a mi casa.
-¿Por qué lo dices?-
Por alguna extraña razón, este hombre me inspira algo de confianza; quizás por el hecho de que siento que en el fondo lo conozco. Levanto las mangas de mi chaqueta negra y le dejo ver las profundas y recientes cicatrices de mis brazos, muñecas y manos. Él las mira con tristeza y acerca su dedo índice derecho hacia mi brazo derecho, pasando delicadamente su dedo sobre mi herida piel.
-¿Cómo te has hecho esto?, ¿por qué te lo has hecho?- pregunta después de una larga pausa.
-Sufro en silencio, en ocasiones me he preguntado si en verdad vale la pena que siga respirando este aire, si vale la pena seguir intento ser una persona normal o…-
-¿Para ti que es ser una persona normal?- interrumpe.
-Vestir normal, ser normal, no pensar en los demás, ser popular, ser…-
-Espera, espera, espera- vuelve a interrumpir.
Volteo a mirarlo y quedamos frente a frente dentro de su coche.
-¿Qué?-
-¿En verdad crees que eso es ser una persona normal?-
Parpadeo un poco y me quedo pensativa.
-Háblame un poco de ti-
-Bueno, comencé a cortarme a los…- comienzo a decirle.
-No, no hablo de tus cicatrices y cuando empezaste a hacerte esto-señala mis brazos con la mirada, yo agacho la cabeza- me refiero a tí, tus metas, tus sueños, tus alegrías, tus gustos, tus disgustos, todo eso-
Me quedo pensativa por unos segundos, levanto la cabeza y comienzo a explicarle.
-Me gusta mucho leer, escribir cuentos, novelas, entre otras cosas. Me encanta la cultura Occidental, me gusta comer mucho el chocolate, amo la música y todo lo que tenga que ver con el arte-
-¿Cuál es tu meta en esta vida?-
-Ser alguien diferente-
El hombre da un solo aplauso y yo doy un pequeño salto del susto.
-¡Ahí está!-exclama.
Yo me quedo perpleja.
-¿El qué?-
-Tú ya eres diferente, ¿Por qué intentar ser normal?-
-Porque si soy normal, seré un poco más aceptada por los demás-
El hombre de ojos azul zafiro me mira con cara de pocos amigos. Vuelve a arrancar el coche y le indico en donde esta mi casa; una vez hecho esto, apaga el auto; una vez que hemos llegado a ella, ambos bajamos y nos detenemos en la puerta de entrada.
-Nunca cumplas con las expectativas de nadie, nunca intentes quedar bien con todas las personas. Sé tú misma- dice de repente.
Mientras abro la puerta de la casa, él continuaba hablando conmigo:
-¿En verdad crees que cortándote te salvara de todo esto? Por supuesto que no, estas demostrando todo lo contrario, creo que deberías de detenerte por un momento y ver tus puntos a favor-
Me quedo sin habla sobre lo que me acaba de decir, ¿en verdad me ha dicho esto un hombre al que prácticamente acabo de conocer? Abro la puerta y sin darme cuenta, ambos entramos a la casa y nos dirigimos a mi habitación… ¿en
verdad llevare a un desconocido a mi habitación?, ¿me he vuelto loca o algo por el estilo?
Una vez dentro de mi habitación, ambos observamos las sábanas manchadas de mi sangre, él se acerca a ellas y las quita de mi cama, yo me quedo boquiabierta.
-¿¡Pero qué crees que estás haciendo!?- pregunto atónita.
El chasquea sus dedos y me deja totalmente sin habla. Comienza a analizar detalladamente mi habitación; se acerca a mi pequeño buro y saca del cajón todas las cuchillas, los cúters, los encendedores y todo lo que pudiese causarme daño. Yo solo me quedo parada en una esquina observando cómo este extraño sujeto hace y deshace de mi habitación. Pasados unos minutos, todo lo que una vez creí mi escape, mi castigo y al mismo tiempo, mi consuelo, es envuelto en las sábanas que alguna vez fueron mis mejores amigas, mis fieles compañeras de momentos de melancolía, enojo y alegría.
-Vamos a la parte de atrás de tu casa- dice él.
Toma de mi mano y nos alejamos de mi habitación, bajamos las escaleras de madera, giramos a la derecha y al fondo, la cocina y una puerta de madera blanca; él la abre y salimos al patio.
-¿Qué pretendes hacer con todo esto?- pregunto confundida.
-Quiero que tú misma te deshagas de estas cosas. No te hacen bien y quiero que comiences desde cero y te des cuenta de cuan equivocada estás de pensar en cómo estás pensando-
¿Deshacerme de mis cosas? ¿Deshacerme de mis tesoros? Por un momento me quedo pensativa: ¿En verdad estoy mal en pensar en cómo he estado pensando?, ¿quiero cambiar?, ¿quiero dejar todo esto y empezar nuevamente desde cero y ser yo misma? Me acerco titubeantemente hacia él y tomo mis cosas, las observo y me doy cuenta de algo… debo empezar de nuevo.
-Cierra este oscuro capítulo y empieza una nueva historia con un mejor final-
Por alguna extraña razón, comienzo a llorar; la lluvia ha dejado de caer. Debo empezar desde cero, debo cambiar, no puedo continuar con esta vida.
-¿Tienes algo con que quemar esto?- le pregunto entre sollozos.
El hombre de ojos azul zafiro sonríe abiertamente, saca de sus bolsillos de sus pantalones azules un encendedor, me lo lanza y lo pesco con agilidad, le sonrío tímidamente y él asiente con la cabeza. Prendo el encendedor y lo acerco a mis antiguas pertenencias y comienzan a arder en llamas; las dejo
caer sobre el pasto y comienza a formarse una gran fogata. Comienzo a sentirme un poco mejor después de todo esto, me siento nueva y diferente.
-Vamos a adentro. Necesitas tomar un baño y descansar- dice él.
Asiento con la cabeza y volvemos a entrar a la cocina. Me detengo a medio camino en ella y volteo a mirar al hombre de ojos azul zafiro.
-No me he presentado… soy Liliana- le digo.
-Un gusto, Liliana- ambos estrechamos nuestras manos.
Volvemos a subir a mi habitación y hago lo que él me había aconsejado: tomar un largo baño para reflexionar y aclarar mi mente para comenzar con una nueva vida. Una vez fuera del baño, vuelvo a entrar a mi habitación y ahí estaba él, arreglando mi cama para que durmiera.
-Te caerá bien un poco de música para que te relajes- voltea a mirar mi computadora portátil- disculpa que me haya tomado el atrevimiento en acercarme a tu computadora-
-No te preocupes, ¿qué música le pusiste?- pregunto mientras termino de secar mi cabello.
-En cuanto te acuestes en tu cama, pondré la música y yo me iré para que descanses- dice él alegremente.
Coloco la toalla sobre la espalda de la silla que estaba enfrente de mi escritorio y me acerco a la cama; el hombre de ojos azul zafiro me acobija y comienza a poner algo de música.
-No warning sign, no alibi, we faded faster than the speed of light, took our chance, crashed and burned. No we’ll never ever learn…-
Comienzo a cerrar lentamente mis ojos, mientras esa canción comienza a relajar todo mi cuerpo, dejándome como ultimo recuerdo una lágrima corriendo por mi mejilla derecha.
Al día siguiente abro mis ojos y me doy cuenta de que no hay nadie en mi habitación; la computadora está apagada y guardada en el portafolio, me levanto rápidamente y me siento confundida. Volteo a mirar mis sábanas y son de color azul pálido, me dirijo hacia el buro y no hay nada, sólo mi celular y mi reproductor de música, bajo las escaleras y salgo al jardín y no hay nada, me acerco al bote de basura y no están mis sábanas ni nada que se le parezcan a sábanas hechas cenizas. Vuelvo a entrar a la casa y subo a mi habitación, prendo la computadora y busco imágenes que me recuerden al hombre de ojos color zafiro y… doy con el blanco aunque me quedo perpleja al ver la imagen
de ese hombre… es… Jared Leto… el vocalista de una de mis bandas preferidas: Thirty Seconds to Mars.
Comienzo a analizar todo lo que pasó desde ayer: la caminata, él, nuestra platica, el pequeño ritual… todo. Recuerdo que tenía un aroma bastante masculino y mi habitación, hace algunas horas, olía a él; pero ahora ya no. ¿Esto fue un sueño?, ¿soñé realmente con Jared Leto?, ¿o quizás realmente lo conocí en persona y ha hecho que haya vuelto a empezar desde cero? Sacudo la cabeza y busco en mi carpeta de descargas recientes la música que él había descargado y… no hay nada, sólo imágenes de gatos, de leones y de todos los animales que me gustan. Me dejo caer sobre mi destendida cama y observo el techo de mi habitación, preguntándome si realmente esto fue un seño o una realidad. Cierro los ojos nuevamente y me adentro en un mundo donde los sueños, la fe y la paz pueden invadirme totalmente.

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